
Distintos estudios han encontrado una sorprendente relación entre el intestino y lo que sucede en el cerebro cuando estamos bajo una situación de estrés. Por consiguiente, esto nos indica que además del proceso digestivo y la eliminación de desechos, existen otros factores en juego a la hora de mantener una buena salud intestinal. Continúa leyendo este artículo para descubrir mucho más al respecto.
Tabla de contenidos
¿Qué es el microbioma y cómo influye sobre nuestra salud intestinal?
Quizás anteriormente ya hayas oído hablar sobre el microbioma, aunque es probable que sigas sin entender a qué hace referencia este término.
Un microbioma es un conjunto de bacterias, buenas y malas, que pueden estar en distintas regiones de nuestro cuerpo. Algunas de ellas son el intestino, los órganos sexuales, la piel, la nariz, los ojos, entre otras.
Cada región cuenta con su propia combinación de bacterias, que necesita estar en equilibrio para así asegurar el bienestar de esa área. Sin embargo, si el número de bacterias malas sobrepasa al de las buenas, podrían aparecer distintos problemas de salud. Por ejemplo, un sistema inmune débil, colon irritable, erupciones en la piel o incluso cáncer.
La increíble relación entre el intestino y el cerebro
Por lo general, vemos al cerebro y al intestino como dos órganos individuales que se diferencian por sus funciones. Aunque, lo sorprendente es que cada uno de los neurotransmisores que se han encontrado en el sistema nervioso central del cerebro, también se hallan en el intestino. En definitiva, esto nos revela que lo que acontece en alguna área de nuestro cuerpo, termina influyendo sobre todas las demás áreas.
Cómo mejorar tu microbioma
Alimentación
En vez de intentar aumentar la cantidad de bacterias buenas, es mejor fortalecer las que ya tienes. Para ello, es clave cuidar tu alimentación. Las bacterias buenas necesitan distintos tipos de fibra para su supervivencia. En cambio, las bacterias malas consumen hidratos de carbono simples y grasas saturadas. Por este motivo, una dieta rica en azúcares, harinas refinadas y alimentos procesados, sólo fomentaría la reproducción y el sobrecrecimiento de las bacterias malas.
En el 2021, un estudio realizó una importante intervención dietética durante dos semanas en jóvenes sanos. El objetivo era evaluar cuáles eran los efectos de la ingesta de fibra en el microbioma intestinal. Como resultado, el aumento del consumo de fibra en los participantes por tan sólo 14 días incrementó bacterias buenas de las cepas Bifidobacterium y Lactobacillus .
Actividad física
Estudios recientes han evidenciado que la práctica frecuente de actividades aeróbicas puede incrementar las cepas bacterianas buenas y fomentar su diversidad. Para dar un ejemplo, en el 2021 se pudo verificar que la práctica moderada de actividad física tiene importantes beneficios sobre la salud, y promueve cambios positivos en el microbioma intestinal.
El sueño
Existe una fuerte conexión entre nuestro microbioma y el sueño. Justamente, un estudio de la Universidad de Tsukuba en Japón indica que nuestra flora intestinal puede influir sobre los patrones de sueño, promoviendo la formación de neurotransmisores de gran importancia, como la serotonina y la dopamina.
A su vez, en el 2022 se publicó un estudio que examinó el rol del microbioma intestinal en los patrones de sueño de niños que tenían menos de 5 años. Los resultados de dicho estudio mostraron que ciertas bacterias pueden controlar el sueño. En particular, los niños con más cantidad de bifidobacterias tenían un mejor descanso durante las noches.
Esto nos indica que quienes sufren de insomnio deberían enfocarse en cuidar su alimentación, para así mejorar su microbioma y dormir mejor.
Por otra parte, es importante ser cuidadosos con el uso de antibióticos a largo plazo. En particular, porque las investigaciones confirman que este grupo de medicamentos afecta de manera negativa sobre la microbiota intestinal. En el 2020, un estudio mostró que los tratamientos crónicos con antibióticos perturban el equilibrio de la microbiota intestinal, causando modificaciones en los patrones normales de sueño y vigilia.
El estrés
Como hemos mencionado anteriormente, el cerebro mantiene una estrecha relación con el intestino. Por ello, si nos estresamos, este factor influye de forma directa sobre cada decisión que tomamos, impulsando un estilo de vida menos saludable.
Para darte un ejemplo, intenta recordar algún momento en el que estuviste bajo una enorme carga de estrés. Es posible que en esa ocasión hayas acudido a comidas rápidas, dulces, o bebidas alcohólicas. También es probable que hayas dejado de lado tu rutina frecuente de actividad física. Incluso, puede que hayas tenido problemas para dormir. En resumen, todo esto se convierte en el combo perfecto para que las bacterias malas de tu intestino no paren de reproducirse y sobrepasen en cantidad a las bacterias buenas.
Por esta razón, tiene sentido pensar que tener bajo control el estrés puede mejorar nuestra salud mental y física, favoreciendo un equilibrio en nuestro microbioma.
De hecho, un estudio en el 2019 mostró que el estrés y la depresión pueden cambiar la composición de las bacterias intestinales por medio de las hormonas del estrés y la inflamación. Al mismo tiempo, la flora bacteriana puede secretar hormonas, toxinas y otros compuestos que son capaces de modificar nuestros hábitos alimentarios y nuestro estado de ánimo. Inclusive, algunas cepas bacterianas pueden promover una alimentación desequilibrada.
Conclusión
La increíble relación entre el cerebro y el intestino, que claramente se puede observar mediante distintos estudios, nos señala la importancia de cuidar nuestro estado de ánimo. En este punto, existen una amplia variedad de remedios naturales que podrían ayudarnos a encontrar la calma. Algunos ejemplos son la meditación, una rutina de entrenamiento, y por supuesto el CBD, el aliado perfecto para lidiar con el estrés. Sin dudas, trabajar en reducir este estado mental es clave para tomar mejores decisiones que nos ayuden a mantener en armonía a los simpáticos bichitos del microbioma intestinal.
Referencias
- Stress, depression, diet, and the gut microbiota: human–bacteria interactions at the core of psychoneuroimmunology and nutrition. Annelise Madison y Janice K Kiecolt-Glaser. 2019.
- Gut microbiota depletion by chronic antibiotic treatment alters the sleep/wake architecture and sleep EEG power spectra in mice. Yukino Ogawa, et al. 2020.
- High-Fiber, Whole-Food Dietary Intervention Alters the Human Gut Microbiome but Not Fecal Short-Chain Fatty Acids. Andrew Oliver, et al. 2021.
- Interplay Between Exercise and Gut Microbiome in the Context of Human Health and Performance. Matthieu Clauss, et al. 2021.
- Sleep and the gut microbiota in preschool-aged children. Yanan Wang, et al. 2022.